esde la noche del 7 de diciembre, los feligreses se preparan para celebrar a la Inmaculada Concepción de la Virgen María, esta celebración, también conocida como el día de las velitas, da inicio a la Navidad en Colombia.
Esta fecha se celebra desde 1854 y gracias al Papa Pío IX que proclamó oficialmente el 8 de diciembre como la fecha de esta celebración, ya que la Virgen María fue preservada inmune del pecado.
(Además: Día de las velitas: ¿cuál es la hora para encenderlas y cuántas son para un buen 2024?).
Virgen santa e inmaculada,
a ti, que eres el orgullo de nuestro pueblo
y el amparo maternal de nuestra ciudad,
nos acogemos con confianza y amor.
Eres toda belleza, María.
En ti no hay mancha de pecado.
Renueva en nosotros el deseo de ser santos:
que en nuestras palabras resplandezca la verdad,
que nuestras obras sean un canto a la caridad,
que en nuestro cuerpo y en nuestro corazón brillen la pureza y la castidad,
que en nuestra vida se refleje el esplendor del evangelio.
Eres toda belleza, María.
En ti se hizo carne la palabra de Dios.
Ayúdanos a estar siempre atentos a la voz del Señor:
que no seamos sordos al grito de los pobres,
que el sufrimiento de los enfermos y de los oprimidos no nos encuentre distraídos,
que la soledad de los ancianos y la indefensión de los niños no nos dejen
indiferentes, que amemos y respetemos siempre la vida humana.
Eres toda belleza, María.
En ti vemos la alegría completa de la vida dichosa con Dios.
Haz que nunca perdamos el rumbo en este mundo:
que la luz de la fe ilumine nuestra vida,
que la fuerza consoladora de la esperanza dirija nuestros pasos,
que el ardor entusiasta del amor inflame nuestro corazón,
que nuestros ojos estén fijos en el Señor, fuente de la verdadera alegría.
Eres toda belleza, María.
Escucha nuestra oración, atiende a nuestra súplica:
que el amor misericordioso de Dios en Jesús nos seduzca,
que la belleza divina nos salve, a nosotros, a nuestra ciudad y al mundo entero.
Amén.
(Además: Oración de la corona de Adviento 2023: ¿cómo rezarla y en qué orden prender las velas?).
Oración a la Inmaculada Concepción – San Vicente Pallotti
Inmaculada Madre de Dios, Reina de los cielos, Madre de misericordia, abogada y refugio de los pecadores: he aquí que yo, iluminado y movido por las gracias que vuestra maternal benevolencia abundantemente me ha obtenido del Tesoro Divino, propongo poner mi corazón ahora y siempre en vuestras manos para que sea consagrado a Jesús.
A vos, oh Virgen santísima, lo entrego, en presencia de los nueve coros de los ángeles y de todos los santos; vos, en mi nombre, consagradlo a Jesús; y por la filial confianza que os tengo, estoy seguro de que haréis ahora y siempre que mi corazón sea enteramente de Jesús, imitando perfectamente a los santos, especialmente a San José, vuestro purísimo esposo. Amén.
Oración a la Inmaculada Concepción – hermana Mary Ephrem
Oh madre Inmaculada, reina de nuestro país, abre nuestros corazones, nuestros hogares y nuestra tierra a la venida de Jesús, tu divino hijo.
Con él, reina sobre nosotros, oh señora celestial, tan pura y tan brillante con el resplandor de la luz de Dios brillando dentro y alrededor de ti.
Lidéranos contra los poderes del mal puesto en arrebatar el mundo de las almas, redimidos a tan gran costo por los sufrimientos de tu Hijo y de ti misma, en unión con él, de ese mismo Salvador, que nos ama con infinita caridad.
Nos reunimos en torno a ti, casta y santa madre, Virgen Inmaculada, patrona de nuestra amada Tierra, decidida a luchar bajo tu estandarte de santa pureza contra la maldad que haría de todo el mundo un abismo de maldad, sin Dios y sin tu amado maternal cuidado.
Consagramos nuestros corazones, nuestros hogares, nuestra Tierra a tu purísimo Corazón, oh gran Reina, para que el reino de tu hijo, nuestro redentor y nuestro Dios, se establezca firmemente en nosotros.
No te pedimos ningún signo especial, dulce madre, porque creemos en tu gran amor por nosotros y depositamos en ti toda nuestra confianza. Prometemos honrarlo por la fe, el amor y la pureza de nuestras vidas de acuerdo con tu deseo.
Reina, pues, sobre nosotros, Virgen Inmaculada, con tu Hijo Jesucristo.
Que su divino corazón y tu casto corazón sean siempre entronizados y glorificados entre nosotros.
Usa tus hijos de América como tus instrumentos de paz entre los hombres y naciones.
Obra tus milagros de gracia en nosotros para que seamos gloria de la Santísima Trinidad, que nos creó, redimió y santificó.
Que tu valiente esposo, San José, con los santos ángeles y santos te ayuda
y a nosotros a “renovar la faz de la tierra”.
Luego, cuando nuestro trabajo haya terminado, ven, Santa Madre Inmaculada, y como nuestra reina victoriosa, condúcenos al reino eterno, donde tu hijo reina por siempre como Rey.
Amén.