¿Cuántas veces has escuchado, o puede que hasta hayas dicho: “Bueno, solo nos queda orar”? Orar parece ser nuestro último recurso, algo que hacemos solo cuando ya no tenemos más esperanza o no sabemos qué más hacer. Sin embargo, la oración es una de las armas más poderosas que tenemos.
¡Nuestras oraciones tienen mucho poder!
NO ORES DURANTE LA CONSAGRACIÓN
Hay personas, que en la Santa Misa, durante la consagración, mientras el sacerdote pronuncia las palabras de Jesús en la última cena, también ellos oran y algunos lo hacen en voz baja, y otros como ya se las aprendieron, incluso, repiten las palabras de la consagración con el sacerdote.Toda la misa, es un sacrificio de Alabanza, pero hay momentos específicos como la Consagración, en los q’ quien habla, es el sacerdote, pues lo hace “in persona Christi” es decir, en la persona de Cristo. Cuando él, está repitiendo las palabras de Jesús, los fieles deben sencillamente, “escuchar y contemplar” el milagro que está aconteciendo, y no ponerse a hacer sus oraciones personales y menos, en voz alta, ya llegará el momento, después de comulgar, para ir a su lugar y orar con el Señor. Quien habla durante la consagración, me hace pensar en un Apóstol, que en la última cena, cuando Jesús esta- ba dando su Cuerpo y Sangre, estaría hablando sin escuchar al Maestro.
Así,cuando estés en misa,y llegue la Consagración mira fíjamente, lo que sucede en el Altar, escucha a Jesús, que es quien está orando al Padre, y ofre- ciéndose; y también contempla el milagro.
Guardar silencio en los momentos adecuados, es también orar, pues la oración como diálogo, no es sólo hablar, sinó también saber escuchar.
Amén.