María Sandoval, una vecina de la Moderna, cuenta que su hermana Sonia padecía diabetes juvenil desde los 14 años, padecimiento que le había ocasionado una ceguera parcial. “Veía borroso, tenía como una mancha en el ojo, estaba perdiendo la vista. Ya llevaba dos operaciones”, recuerda. María le llevó un algodón con lágrimas, y con mucha fe le pasó el algodón sobre los ojos y le trazó una cruz en la frente. En 24 horas, afirma María con fe espartana, su hermana pudo ver bien. “Parece que me lo limpiaron, veo muy claro”, le dijo su hermana. María asegura que tiene comprobantes médicos para corroborarlo.
Édgar cuenta que los testimonios están documentados y guardados, por si un día la iglesia pregunta. También guarda veladoras, fotos, peticiones que la gente trae. “Mi fe es enorme, bien puesta en ella, no la he perdido”, recalca Édgar.
QUE LA ESTUDIEN; DICE
Édgar estudia ingeniería química metalúrgica, da clases de química y física en una preparatoria pero él, insiste, tiene la intención de convertirse en sacerdote. “Me llama mucho la atención”, dice.
Hace más de un año, cuando se dio a conocer el acontecimiento, la diócesis de Torreón designó al párroco de la iglesia de San Felipe, la más cercana a la casa de la familia, para que atendiera el caso.
Édgar y el párroco no se entendieron. “No se la quise entregar, le dije que se la iba a entregar a una autoridad más alta, me insistía y me dijo que era un desobediente”, relata.
Asegura que a su casa han llegado curas, otros le dicen que no necesitan verla para creer, que han escuchado los testimonios y que están agradecidos. Pero el joven quiere hablar con el nuevo obispo de la diócesis, Luis Martín Beltrán.
“Me interesa que la estudien, no tengo problema. Hay gente que dice que son mentiras. Nosotros sabemos que es verdad”, menciona.