i uno lee con atención los relatos evangélicos puede percibir que el núcleo del mensaje de Jesús consiste en el anuncio del reino de Dios.
Esto constituye un dato histórico que ningún investigador discute. ¿Qué implica que Jesús utilizase esta expresión para referirse a la manera en cómo Dios actúa? Para responder a esta pregunta hay que decir que Jesús, al igual que toda la tradición bíblica, no habla de Dios en sí mismo, sino de Dios en relación con los seres humanos.
El reino de Dios para Jesús es la manera en que Dios manifiesta su actuación en medio de la historia. De esta forma, el reino de Dios es un mensaje de fortaleza en el presente y de esperanza en el futuro para los pobres, los hambrientos, los afligidos: para todos los desgraciados.
Cuando Jesús aparece predicando las “bienaventuranzas”, qué son cómo el programa del reino de Dios, no está presentando, en primer lugar, un programa moral, sino un mensaje teológico: se trata de Dios que promete la liberación de los pobres y quiere que, en medio de sus dificultades y sin resignarse a ellas, encuentren esperanza y fortaleza todos los que sufren. No se trata pues de que Dios vaya a recompensar las virtudes de los pobres y los hambrientos. No hay ninguna idealización de la pobreza. Al contrario, la pobreza, el hambre y el sufrimiento son un mal y Jesús anuncia que el reinado de Dios será la liberación de todo ello, más aún, les invita a que encuentren consuelo, fortaleza y esperanza en Dios, cuya acción en la historia, aunque escondida, el anuncia.
El reino de Dios se traduce en actitudes de acogida con los pecadores, de respeto y reivindicación de las mujeres estigmatizadas, en sanación de los enfermos, en liberación de los “espíritus impuros”. La traducción histórica del reino del Padre es la fraternidad entre los seres humanos. Aceptar la salvación en Dios Padre sitúa la vida humana bajo el paradigma real de la misericordia, que no es un sentimiento sino una actitud fundamental, la misericordia “se hace” en el día a día.
Otra consecuencia del anuncio del reino es la capacidad de ser inclusivos. Esto deriva de la práctica del mismo Jesús que no busca la renovación de Israel por un reforzamiento de las leyes de pureza, sino anunciando la cercanía de un Dios misericordioso. Sus enseñanzas no son esotéricas, reservadas para unos pocos elegidos, sino que, en principio, se dirigen a todo Israel y quieren configurar la vida de todo el pueblo.
La propuesta del reino de Dios, es la expresión de un Dios cercano, que quiere una vida más sana y digna para los seres humanos, especialmente los más pequeños y vulnerables. Y todo aquel que se diga discípulo de Jesús debe entrar en esta lógica de generar una vida más sana, más digna y más justa, especialmente para los más vulnerables y frágiles. En palabras del Papa Francisco, se trata de “cuidar de la fragilidad”.