TU AMOR Y SACRIFICIO JESÚS

Día de la Santa Cruz en. México y otros países
¡Oh Santa Cruz! Madero Hermoso en donde murió mi Señor para darme eterna luz y librarme del contrario, ante ti me humillo y reverente imploro a mi Señor Jesucristo que por los padecimientos que sobre ti recibió en su Santísima Pasión me conceda los bienes espirituales y corporales que me convengan.
Elevada ante el mundo, eres faro luminoso que congregas a tu rededor a la cristiana grey para entonar cantos de Gloria al Cristo Rey, al Dios Hombre que siendo dueño de todo lo creado, permitió ser crucificado sobre Ti para la redención del genero humano.
Sobre ti se operó el asombroso misterio de la redención del mundo, desde entonces libra al cristiano de la culpa original, puede llamarse Hijo de Dios Eterno y aspirar a la gloria celestial.
Bendita seas! por los siglos de los siglos, fuiste entre los paganos signo de valor y afrenta y hoy eres emblema del cristiano y esperanza para ser perdonado por el sublime sacrificio de mi Señor Jesucristo, a quien esperamos servir y honrar por toda la eternidad.

«NOSOTROS hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo: en él está nuestra salvación, vida y resurrección; él nos ha salvado y libertado»1. La Iglesia hace suyas estas palabras de san Pablo en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Hoy podemos mirar con especial devoción esos travesaños que, aunque siglos atrás hablaban de muerte, hoy nos hablan de vida y libertad. Para los cristianos, la Cruz del Señor no es una tragedia, sino fuente de salvación.

Los enamorados miran con especial cariño los lugares u objetos relacionados con la persona amada: el sitio donde se conocieron, la foto de un momento especial, el regalo que acompañó una declaración de amor… Todo eso guarda un valor especial. La Cruz es el lugar donde Jesús ha venido a buscar con suma misericordia a la humanidad extraviada. Ahí el hijo de Dios se hizo solidario con todos los hombres, especialmente con los que sufren y con los que aparentemente han perdido toda esperanza. La Cruz nos habla de esa relación particular que Cristo tiene con cada persona que se abre a su consuelo y a su perdón.

Durante la peregrinación por el desierto, el pueblo de Israel miraba a una serpiente de bronce colgada en un estandarte para conseguir la curación (cfr. Núm 21,4-9). Jesús anuncia a Nicodemo que, en los tiempos mesiánicos, «lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna» (Jn 3,14-15). Al dirigir nuestra mirada a la Cruz, podemos recordar todo lo que Cristo ha hecho por nosotros, empezando por el sacrificio que nos permitió recuperar la vida.

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